Un pensamiento atorado en mi mente


Le ruego a la invisibilidad
unirme con la infinitud
del universo.
Ahora soy invisible
y mis huesos se desintegran.

Mi cuerpo se ha exiliado.
Me separe de mis huesos
y de mis venas.
Ya no hay sangre en mi cuerpo,
ni corazón que lata.
El aire en mis pulmones
se ha escapado.
Solo queda mi alma
perdida buscando
los restos de mi ser.
Mis piernas se cansaron,
mis manos ya no tiemblan.
Hay una quietud infinita
dentro de mi ser,
debajo de mis sábanas.
Ahora sale mi alma
con todos sus lamentos
y sus pocas esperanzas
para buscar mi cuerpo,
este cuerpo que se ha exiliado
y necesita volver a casa.

"Hasta la última estación"

Dentro del tren siento
un despiadado invierno
que se apodera de las personas.
Siento un despiadado invierno,
que no deja que el sol filtrado
en la ventana, caliente las frías manos
del trabajador que descansa
en el asiento de este vagón.
Veo un despiadado invierno,
susurrando desesperanzas
a las parejas que se prometían
amor eterno en el verano.
El ruido del tren no puede
anestesiar mis pensamientos.
Mis ojos se guardan en la memoria,
los árboles otoñales que le rinden culto
a la belleza y a la armonía
que se va agotando con los días.
Hay un cielo que se resiste a oscurecerse.
Puedo oír las voces cansadas
de las personas que viajan en el tren,
deseando refugiarse de las nubes pálidas
y los árboles esqueléticos.
También puedo oír
el despiadado invierno
golpeando la ventanilla,
acompañándome hasta la ultima estación.