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sábado, 20 de mayo de 2017

Escenario onírico 2: Otoño


  Las hojas de los árboles de a poco comenzaban a desaparecer. Desde lo más alto de las ramas se veían caer y deslizarse suavemente las hojas marchitas, amarronadas, amarillas o rojizas. El viento las hacía bailar de un lado a otro para luego aterrizar sobre el césped o en el camino de baldosas rotas de aquel parque en el que jamas había estado.
  No podía ver casas a mi alrededor ni edifcios pero el parque estaba allí, iluminado con la anaranjada y cálida luz del atardecer. Mientras el sol se escondía y las nubes rosadas cubrían parte del cielo, me dirigí a los juegos para niños que se encontraban a un costado del parque.
   El sector de niños era pequeño, en la arena se encontraba dispersados algunos juguetes como pelotas, baldes, autos y muñecas. Al fondo del arenero había una hamaca pintada de azul y rojo con dos asientos de madera y las cadenas que los sostenían estaban oxidadas provocando un ruido molesto al moverlas. En la hamaca había una niña que cada vez se hamacaba con más y más fuerza como si quisiera salir volando de aquel juego. Sus pies descalzos bailaban como las hojas de los árboles.
   Las cadenas crujían mientras, la niña con sus ojos cerrados y una amplia sonrisa, iba con el viento de atrás a adelante y así repetidas veces. Su aspecto me resultaba conocido, cabello castaño con una trenza, creo haberla visto en otro lado pero no recuerdo en donde.
  Me quede allí parada un largo rato observando como se entretenía, hasta que empezó a gritar algo mientras reía. Comencé a acercarme más y más para saber que estaba diciendo pero caminar sobre la arena se me hizo difícil.
  Tropecé con varios juguetes esparcidos por allí y de repente la arena comenzó a atraparme, me estaba hundiendo en el sector de juegos para niños. La niña seguía ríendo y gritando palabras que no podía entender y la arena seguía tapándome hasta llegar a mi cintura. Trate y trate de librarme, comencé a llorar y gritar de desesperación, hasta que recordé que nada de eso era real y de repente todo se oscureció.