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domingo, 10 de febrero de 2019

Géminis

Sobre el horizonte,
el sol parece no querer salir,
a duras penas se ve la luz.
Una parte del cielo
es gris, oscura, fría.
Otra parte es cálida,
amarilla, luminosa.
Me cuesta salir de esta dualidad,
no puedo ver las cosas de una sola forma.
Todo se vuelve ambiguo, confuso,
disperso como el aire.

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Pensamientos aleatorios

Las tardes de febrero se vuelven cada vez mas sofocantes, miro por la ventanilla abierta del colectivo, como la gente camina con pasos lentos como si sus zapatos se derritieran en las veredas. Me paso una mano por mi frente sudorosa, suspiro suavemente, escucho música mientras tanto. Todo parece ir con una lentitud agotadora. Los viajes en bondi o en tren, son un buen lugar para pensar, recordar, soñar. El tiempo se mata pensando. A veces siento que no pienso y pienso que no siento.
El colectivo da un giro de forma acelerada por una calle de casas viejas pero que mantienen su encanto, en este momento se me cruzan recuerdos como si aparecieran por una esquina. Son recuerdos tristes, melancólicos, extraños. Lugares, personas, hechos que parecen nunca irse de mi mente, se quedan en el aire, impregnando todo de un aroma nostálgico. De tanto ahondar en mi memoria, llega un punto en el cual, los recuerdos, se me atoran en una parte de mi ser, en mi garganta y quedan ahí varados, como el trafico de los autos.
Sigo mirando por la ventanilla, el sol ya se oculta y deja a su paso un mar de nubes anaranjadas y rosadas. Las canciones van pasando, mis oídos van escuchando ritmos diferentes, mis ojos van viendo lugares y personas distintas pero mi cabeza sigue estancada en los mismos pensamientos una y otra vez, una y otra vez, como un disco rallado, como una calesita y nada parece querer cambiar o salir de ahí.
Estoy próxima a bajarme del colectivo, me paro para ponerme al lado de la puerta y poder apretar el timbre antes de llegar a la parada. Pero me distraigo escuchando una canción y volviendo a pensar las mismas cosas una y otra vez. No me quiero bajar, no quiero dejar de pensar. Miro un punto fijo en el atardecer de nubes que parecen explotar. El colectivo sigue de largo.



viernes, 1 de febrero de 2019

No hay tiempo para el amor,
no tengo cariño que pueda darte
ni expectativa que pueda cumplir.
Solo puedo ofrecerte piel y sensaciones
básicas, algo que podrías sentir
sin que yo este al lado tuyo.
No tengo tiempo para el amor
pero puedo fingir que te quiero
puedo fingir que llenas mis espacios vacíos.
No hay tiempo para las emociones,
ni los dolores ni los llantos.
Solo puedo darte una falsa sensación
de seguridad, de compañía.
No hay tiempo para el amor,
pero siempre tengo tiempo para darte.