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martes, 19 de noviembre de 2019


La cuchara adentro de la taza
gira y gira,
el olor del té con jengibre
inunda mi cara.
Lentamente el calor
pasa por mis labios,
pasa por mi lengua.
Miro por la ventana
la noche húmeda y eterna
deja pasar un aire asfixiante.
Sigo bebiendo el té
y el sabor del jengibre
quema mi garganta.
Mientras tanto,
en mi mente
sigo pensando,
pensando,
como si revolviera
con una cuchara
en mi cabeza,
si decir te amo
no sea
tal vez
una forma sutil
de dejarme caer,
junto con el viento primaveral,
por el balcón.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

La primera vez que pensamos que estaba muerta, nos sentimos un poco aliviados, ya que tenía más de cien años y casi no se movía de la cama más que para ir al baño o abrir la puerta de su casa. Mi tía abuela además era hipocondríaca y todos los días decía tener una enfermedad diferente, por dentro pensábamos que realmente hubiese sido mejor que tenga una enfermedad crónica y que fallezca a causa de eso. Pero no, no tenía nada, tenía la misma salud física que un adolescente pero con la mentalidad de un niño.
 Un día fuimos con mi primo a visitarla pero no nos abrió. Nos asustamos y tuvimos que usar la llave de repuesto que siempre llevábamos en caso de emergencia. Al entrar la encontramos en su habitación acostada, con la televisión prendida. Sus ojos estaban abiertos mirando el techo pero no parpadeaban, tenía la cara fría y pálida como un papel. Como sabíamos que no tenía ninguna enfermedad creímos que se había suicidado cansada de vivir tantos años al pedo, pero no, tampoco eso. No había nada en la habitación ni en su cuerpo que delatara un suicidio. 
Días más tarde fuimos al funeral, organizado todo por su hijo mayor al que no veía hace años. Nunca supimos exactamente de qué murió, al parecer solo fue un paro cardíaco que vino de sorpresa. La muerte se hizo esperar. Días después del funeral nos enteramos que al momento de cremarla, su cuerpo había desaparecido. Llamaron a la policía que no parecían muy interesados en buscar un cadáver de una anciana de más de cien años. Lo único que supieron decir es que posiblemente haya sido un robo y realizado por alguien que trabaja en el cementerio o en alguna funeraria ya que el cajón no tenía indicios de haber sido forzado ni estaba dañado. 
Una tarde luego de haber llegado a mi casa del trabajo, estaba distraído mirando en internet artículos sobre casos de catalepsia, hasta que alguien tocó el timbre. Me pareció extraño porque no esperaba a nadie y tampoco suelo recibir visitas. Me fijé por la ventana quién podría ser pero no pude ver a ninguna persona. Obviamente no abrí la puerta, de seguro fue algún pendejo haciendo “ring-raje”. Así que seguí con mi rutina pero el timbre volvió a sonar y dos veces seguidas, con una intensidad como si la otra persona estuviese ansiosa por entrar. Me acerqué de nuevo a la ventana y no distinguí a nadie pero el timbre seguía sonando, pregunté un poco molesto “quién es?”...nadie respondió, pero siguió tocando el timbre. Agarré el primer objeto filoso que encontré, creyendo que serviría como arma mortal, en este caso un cutter con la cuchilla muy oxidada. Abrí la puerta y mirando para el cielo con esos mismos ojos muertos y perdidos, estaba mi tía abuela. 
Se encontraba en perfecto estado con su camisón blanco de flores rosas y el pelo corto y blanco como la leche. Sus ojos lentamente se fijaron en mí cara de asustado y asombrado. 
- Salí a dar un paseo y me perdí, ¿me llevas a casa?-. Me dijo lentamente como si nada hubiese pasado. - ¿A donde salis? Mejor entra así no tomas frío.- 
La verdad es que podría haber reaccionado de cualquier forma menos de esa. Hace unos días la vi muerta en su cama y ahora estaba parada en la puerta de mi casa en perfecto estado físico como si nunca hubiese muerto, ni hubiese estado dentro de un cajón. Tal vez estaba desarrollando algún trastorno mental, ¿ y si soy esquizofrénico?¿debería ir a algún psiquiatra? 
Mi tía no paraba de mirar las paredes y los techos como si hubiese algo invisible para el resto de los mortales. Le pregunté varias cosas que no respondió o que respondía con monosílabos “sí”, “no”, “no se”. No me anime a preguntarle sobre su muerte, no quería asustarla. 
Ella estaba sentada en el sillón mirando fijamente la pared, aproveche ese momento de distracción para llamar a mi primo y comentarle esta locura, era muy posible que no me creyera pero necesitaba hablar con alguien. No tengo hermanos, soy hijo único, mis padres viven en el exterior, mi tía abuela era la tía de mi mamá y mi primo es el hijo de la hermana menor de mi mamá. Es un poco complicado explicar los parentescos, ni yo los entiendo. Pero la verdad es que mi primo es casi como un hermano para mí, es dos años más chico que yo, se llama Gastón, hicimos juntos la primaria y en secundaria estuvimos juntos hasta tercer año pero después a él lo cambiaron a una escuela técnica porque sus padres querían que fuese arquitecto. Al no le importaba eso, hizo una parte de la carrera solo para complacer a sus padres, lo que más le gustaba era estudiar artes plásticas, tenía mucho talento para la pintura. A decir verdad mi primo era bastante bohemio y un poco extraño, yo también lo soy pero no tanto como él. En fin, la cuestión es que lo llame para contarle lo sucedido y corroborar que yo no estuviese sufriendo alguna especie de alucinación aunque no consumo drogas pero últimamente vengo comiendo muchos hongos y tal vez sin querer comí alguno que tuviese algo extraño. 
- Gastón, soy yo, ¿estás ocupado?-. 
- Más o menos, me estoy armando un porro, ¿que pasó?-. 
- No me vas a creer pero...encontré a la tía-. Por unos segundo se quedó en silencio. 
- ¿Cómo?...¿Encontraste el cuerpo?-. 
- No...ya se que va a sonar descabellado pero apareció en mi casa...viva-. 
- ¿Me estas jodiendo?-. 
- No es joda, ojalá lo fuera, ya se que pensas que estoy loco pero es cierto, está sentada en el sillón-. 
- Esto es grave, gravísimo...Traela a casa ahora y no le digas a nadie de esto-. 
- ¿No deberíamos llevarla a un hospital?-. 
- No, ni se te ocurra hacer eso. Nos vemos en mi casa-. 
Enseguida cortó la llamada y me quedé mirando el teléfono unos segundos pensando si tal vez no estaba soñando o si todo esto era producto de mi imaginación. Hace días que duermo solo dos o tres horas porque sufro de insomnio y posiblemente todo esto sea producto de mi falta de sueño, una mala pasada de mi mente. Comencé a pellizcarme muy fuerte el brazo derecho hasta que me hice una pequeña lastimadura...definitivamente no estaba soñando, que cagada. 
Mi tía abuela todavía seguía sentada en el sillón, pero ahora miraba hacia la ventana, estaba totalmente inmóvil y con los ojos desorbitados, daba miedo verla así, parecía una especie de zombie solo que sin la necesidad de querer comer cerebros. Me acerqué lentamente para hablarle un poco y tratar de entender que había pasado. Me senté enfrente suyo y lentamente me dirigió la mirada, le hice algunas preguntas pero todas me respondía “sí”, “no”, “no sé”, no podía decir otra cosa que no sea eso. Hasta que le pregunté si sabía que había muerto. Obviamente se lo pregunté a propósito y ya no me respondió con monosílabos. “Tu primo me llevó a pasear” eso fue lo que me dijo y me dejó completamente desorientado. 
Le puse una campera de abrigo a mi tía y le preste unas zapatillas, se veía bastante ridícula, daba un poco de lastima, con el camisón blanco, la campera de invierno y unas zapatillas sucias que encontré por ahí y que eran las únicas que le entraban. Nos tomamos un taxi para no llamar tanto la atención en la calle y fuimos hasta la casa de Gastón. 
Mi tía no dijo nada en todo el viaje, miraba por la ventana y parecía asombrada por lo que veía. El chofer por suerte tampoco no dijo nada, mejor, hubiese sido incómodo tener que andar dando explicaciones. Cuando nos bajamos, mi primo estaba en la puerta de su departamento sentado y con cara de preocupado. 
- Dale, entren rápido. No hagas preguntas todavía-. 
- ¿Vos sabes que pasó con la tía?-. 
- Te dije que no hagas preguntas todavía, cuando entremos te cuento todo-. 
Mi tía parecía un zombie o una persona muy dopada, la tuvimos que llevar entre los dos al interior del departamento, apenas podía moverse sola, le costaba caminar. La sostuve del brazo para ayudarla y su piel estaba completamente fría, parecía una bolsa de hielo que se usa para los golpes. 
-¿Tenes frío tía?-. No respondió. 
- No te preocupes, no tiene frío-. dijo Gastón en tono serio. 
Entramos a su departamento, vivía en el sexto piso de un edificio en Devoto. El edificio era bastante viejo y parecía medio lúgubre pero era lo más barato que encontró cuando se fue de la casa de sus padres. 
Las persianas estaban bajas así que no entraba casi nada de luz del exterior. La mesa del living estaba llena de papeles, algunos con dibujos con figuras de monstruos y fantasmas. 
- Voy a dejar a la tía en mi cuarto para que descanse. No toques nada de lo que esta en la mesa-. Gastón llevó a nuestra tía a la habitación para que descansara. Cuando salió se sentó en una de las sillas y se puso a ordenar los papeles que estaban arriba de la mesa pero no me dirijia la palabra. 
-¿ Me vas a decir ahora que está pasando?-. 
-Necesito que me prometas que no vas a decir nada de esto-. 
-Bueno pero me estas asustando. No voy a decir nada-. Antes de responderme, Gastón, dudó un poco en contarme lo sucedido. 
- La tía tuvo catalepsia. Después del funeral, esa noche se despertó en el cajón y la persona que estaba vigilando el cementerio la tuvo que sacar de ahí y llamar a una ambulancia. Estuvo en el hospital, me avisaron a mí de lo ocurrido, trataron de llamar al hijo de la tía pero no contestaba. Cuando la quise ir a ver al hospital me dijeron que ya no estaba, la fue a retirar su hijo pero lo llamé varias veces y no atendió el teléfono, no se como se enteró de esto si es que lo sabe. Cuando me llamaste y me contaste que apareció en tu casa me resultó extraño porque creí que estaba con su hijo en su casa. Para mí que se escapó del hospital y me mintieron, no se, es todo muy raro. 
- ¿Y la denuncia que hicieron a la policía? Vos me dijiste que habían hecho una denuncia porque robaron el cuerpo, nunca me enteré de esto que me estás contando. ¿Era mentira lo que me dijiste?-. 
- Sí, perdón, te mentí con eso, no quería asustarte pero la verdad es que tuvo catalepsia. Eso fue lo que pasó-. 
No le creí nada de lo que me dijo, no tenía sentido y carecía de lógica pero para evitar inconvenientes fingí creerle. Si me podía mentir una vez, me podía mentir dos veces. 
- ¿Por qué me mentiste? ¿Te das cuenta lo grave que es esto?¿No pudiste comunicarte con el hijo de la tía? Me resulta raro que no hayas avisado nada al resto de la familia-. 
-Es complicado de explicar, simplemente no quería que nadie se asustara, creí que el robo sería menos escandaloso que un caso de catalepsia, perdón. No, tampoco pude hablar con su hijo. Tenemos que hacer algo con la tía. A su departamento no la podemos llevar porque ya sacaron sus cosas y lo pusieron en alquiler y acá no se puede quedar. ¿No te la podes llevar vos a tu casa por unos días?-. 
-Vos sos un boludo, te tendría que cagar a trompadas. Y en mi casa no se puede quedar mucho tiempo-. 
- Disculpa, no te enojes, ya se que fue una estupidez lo que hice, estaba asustado. Pero por favor necesito que por ahora se quede en tu casa hasta que aparezca su hijo o cualquier otro familiar que se pueda quedar con ella-. 
A pesar de estar molesto con Gastón, acordamos que se iba a quedar en mi casa no más de dos semanas que ya era mucho para mí, tenía que organizarme con mis horarios y mis actividades. Por suerte yo trabajo desde mi casa haciendo cosas de programación pero a veces tengo que salir a hacer compras y esas cosas que hace cualquier persona normal. 
En un momento Gastón fue a ver cómo estaba nuestra tía y aproveche para revisar esos papeles que tenía encima de la mesa por pura curiosidad. Encontré unas hojas con dibujos de magos o hechiceros realizando algún ritual extraño, dibujos alusivos a brujería y cosas así. Había unas hojas impresas del capítulo de un libro, aparentemente de brujería, el título de ese capítulo decía “Capítulo 6: Nigromancía”. No entiendo nada de esas cosas, me parecen boludeces, creo haber escuchado alguna vez esa palabra pero no recordaba que significaba,  tampoco sabía que a mi primo le interesaban estos temas.
Al rato apareció mi primo con nuestra tía, ella todavía parecía estar en otro mundo. Nos acompañó hasta la entrada del edificio y volvimos a mi casa otra vez en un taxi. 
Le preparé algo para comer a mi tía, supuse que tendría hambre, no se cuanto tiempo estuvo sin comer. Al principio se quedó mirando el plato de comida un poco desconcertada, sin entender qué era eso. Se que no soy un gran chef pero tampoco soy un inútil en la cocina. Su mirada de desconcierto no tardó en desaparecer, a los pocos minutos ya no quedaba nada de la milanesa de pollo y el puré de papas que le preparé. Efectivamente estaba hambrienta. Trate de hablar un poco con ella pero no pude hacer mucho. No hablaba demasiado, repetía siempre lo mismo, se me quedaba mirando un largo rato como tratando de decirme algo que no podía. Era frustrante. Después de comer y levantar los platos, deje que durmiera en mi habitación. Tenía que pensar un plan para arreglar está situación y al mismo tiempo averiguar que pasó esa noche después del funeral. Mi primo me estaba mintiendo, de eso no tenía dudas. Entre en Google y me puse a investigar, encontré miles de artículos sobre casos de catalepsia, hasta encontré una historia muy interesante de un caso así qué ocurrió en el cementerio de Recoleta. El caso fue de una chica llamada Rufina Cambaceres, el día de su cumpleaños número 19 aparentemente tuvo una muerte súbita pero luego del velorio se descubrió que despertó dentro del cajón y de la desesperación por no poder salir finalmente falleció. Horrible. Lo que no entiendo es si la tía efectivamente tuvo un caso de catalepsia como pudo salir del cajón o mejor dicho ¿quién la sacó de ahí? Es imposible que ella haya salido, también es extraño que no recuerde nada y no diga nada de lo ocurrido. Me puse a pensar en varias cosas al mismo tiempo, ¿por qué mi primo no me avisó de esto antes? ¿por qué mintió con algo tan grave? ¿ningún familiar se enteró de esto? ¿y su hijo, dónde estaba?. Nunca tuve mucha relación con el hijo de mi tía abuela, creo que es mi primo, no entiendo de parentescos, la verdad es que el tipo nunca se hizo presente salvo contadas excepciones, cumpleaños, fiestas, velorios, etc. Pero no la iba a visitar muy seguido a su madre. Era un tipo raro, viejo que aparentaba ser mas joven, se había casado tres veces y de cada matrimonio tuvo hijos, muchos hijos, ni idea cuantos. Con mi primo no sabíamos mucho de él, lo que sabíamos nos lo decía nuestra tía en sus escasos momentos de lucidez dónde lograba contar algo que no fuese incoherente. 
Encontré el número de teléfono del hijo de mi tía,  Juan Carlos se llamaba, decidí llamarlo, no sabía si iba a recordar quien soy, no me importa la verdad, sólo quería contarle lo ocurrido porque no creía que él supiera del hecho. 
Lo llamé unas ocho veces más o menos, ni respondió, me saltaba el contestador, ya me parecía muy extraño esto. Pensé en algún otro familiar cercano que tuviese la tía, a parte de nosotros dos. Olvidé mencionar que ni sus nietos la visitaban, unos vivían lejos otros no tenían interés en estar con una anciana un poco mal de la cabeza. Cosas tipicas que pasan en las familias grandes. Al fin y al cabo mi primo y yo éramos los únicos que pasábamos tiempo con ella.
Desistí de intentar comunicarme con Juan Carlos y seguí investigando lo ocurrido. Pase tres horas leyendo más y más casos iguales, hasta que me aburrí y me acordé de la palabra que había visto hoy en los papeles encima de la mesa de Gastón. Puse en el buscador la palabra “nigromancia”. No es que realmente me importara eso pero me daba curiosidad su significado. Entré en wikipedia y la definición exacta era “La nigromancia, nigromancía, necromancia o necromancía es una rama de la magia, considerada generalmente negra, que consiste en la adivinación mediante la consulta de las vísceras de los muertos y la invocación de sus espíritus, requiriendo según sea el caso del contacto con sus cadáveres o posesiones.” 
Muy curioso el significado, y más curioso aún que mi primo se interesa por esas cosas. Siempre fue muy rarito y aficionado a las historias de terror y fantasía pero no creí que tanto. Me puse a leer más cosas sobre la nigromancia y al rato me aburrí porque me parecen temas muy supersticiosos, cosas que le llamarían más la atención a un adolescente con ganas de explorar cosas “siniestras”. Soy bastante escéptico, no creo nada, no profeso ninguna religión y también soy bastante cerrado con muchos temas. Solo me centro en mi trabajo y las pocas cosas que me gustan, no se si es bueno o malo por momentos me siento como si estuviera bastante muerto por dentro porque realmente nada me apasiona y no siento amor por casi nada. A veces mi primo me jodía con eso, con que no tengo sentimientos o que no se interactuar con la gente, quizá por eso a veces estoy tan solo, pero no me molesta. 
Volviendo al tema, fui a mi habitación para ver si mi tía seguía durmiendo. Cuando entre al cuarto, estaba acostada boca arriba, pero con los ojos cerrados. Me asusté un poco al verla así porque me hizo recordar cuando la encontramos muerta con mi primo en su casa. Sin embargo algo me asustó más todavía y fue cuando vi que en su brazo izquierdo tenía unas marcas muy extrañas, al principio pensé que solo eran cicatrices pero visto más de cerca parecían dibujos extraños en su piel, marcadas con un objeto filoso, un cuchillo tal vez. No se lo había visto eso nunca, ni antes del funeral ni hasta ese momento. Llamé a Gastón para comentarle lo que había visto pero no respondió el teléfono. 
Traté de no pensar demasiado en eso pero realmente me preocupaba y estaba asustado, no creía nada en lo de la catalepsia y ahora esas marcas ahí, había algo extraño y hasta quizá macabro. 
Más tarde preparé la cena, mi tía ya se había levantado pero estaba más extraña que antes, su piel estaba media grisácea, no me hablaba, los músculos de su cara estaban completamente quietos como si fuese una estatua...o un muerto. Me daba mucho miedo tenerla ahí, me daba pánico el tan solo pensar que tenía que quedarse en mi casa. No me sentía para nada cómodo. 
Me senté y le dejé su plato de comida, pero no comió nada, ni siquiera amagó a tocar los cubiertos. Nada. Tampoco me miraba, sus ojos estaban dirigidos a alguna parte de la casa, quizá la pared o la puerta, en realidad era como si no estuviese viendo nada, porque sus ojos eran dos orificios vacíos y oscuros. La verdad es casi no pude comer, no podía hacerlo teniendo a una persona casi muerta enfrente mío. En un momento quise tocarle el brazo para ver mejor esas marcas horribles que tenía pero cuando intente acercarme, ella me agarró muy fuerte de la muñeca pero seguía sin mirarme. Me estaba apretando demasiado y yo no podía soltarme, sus dedos estaban congelados, sentí un enorme escalofrío y comencé a temblar, era como si estuviese atrapado entre un montón de nieve. Le pedí que me soltara pero era como si no me oyera. Se lo pedí varias veces, trataba de sacar su mano de mi muñeca pero era imposible. Lo más terrible era el hecho de que ni siquiera me estaba mirando y no había dirigido ni una sola palabra, era como si estuviera realmente muerta, petrificada. 
Frente a la desesperación hice algo de lo cual no estoy orgulloso y recordarlo me produce nauseas horribles. Agarré el cuchillo que estaba sobre la mesa y al principio dudé bastante de lo que iba a hacer pero me decidí a cortar los dedos de su mano para liberar mi muñeca. Uno por uno, fue bastante sencillo pero horrible. Había sangre por todas partes pero pude liberarme. Ella siguió allí sin darse cuenta que le faltaban los dedos de su mano derecha. Agarré mi teléfono y me encerré en el baño. Llamé a mi primo varias veces, hasta que al final respondió.  
- Hola, perdón por molestarte pero necesito que vengas-. 
-¿Qué pasó? No puedo ahora, ¿está todo bien con la tía?-. Era extraño su tono de voz, parecía estar una fiesta por el ruido que se escuchaba pero él además parecía completamente despreocupado del tema. 
- Tiene unas cicatrices raras en el brazo...y actúa raro, necesito que me ayudes-. 
-¿Que cicatrices? Yo no le vi nada, tal vez estás delirando. Quedate tranquilo, no pasa nada, es obvio que esta rara, acaba de salir de una tumba-. 
-No estoy delirando Gastón, esto es grave, pasa algo raro acá. Además vos deberías ayudarme, me mentiste con lo del robo del cuerpo y me encargaste a la tía para que me haga cargo yo solo-. 
- Ya te pedí disculpas por lo de la mentira, no te enojes conmigo. La tía es re buena, siempre le caíste bien, no te va a hacer nada. ¿Sabías que en su testamento te iba a dejar el departamento para vos?-. 
-¿De que estas hablando? Eso lo heredó su hijo y ademas ¿que tengo que ver yo con todo eso?-. 
- A su hijo le dejó la poca plata que tenía y el resto para vos, ¿no lo sabías?-. 
- No, y tampoco me interesa. Necesito que vengas a ayudarme-. No entendí lo que me dijo después, parecía estar muy borracho y luego cortó el télefono. Estaba sentado en el piso frío del baño, pensando que carajo era eso de la herencia, no sabía que había escrito un testamento la tía y mucho menos que me había dejado su departamento. ¿Su hijo lo sabía? ¿A Gastón le dejó algo?. Me quedé pensando en las marcas raras que tenía mi tía en su brazo hasta que recordé donde las había visto. Busqué en mi celular otra vez la palabra nigromancia y encontré esa página rara donde explicaban cómo realizar hechizos de nigromancia pero que igual advertían lo peligroso que era pero a pesar de las advertencias la gente es tan morbosa y estúpida que más de uno lo debe haber intentado. En esa página se veían claramente las marcas que debían marcarse en el cuerpo del difunto...las mismas que tenía mi tía. Si todo eso ya era bastante tenebroso, más aún era el hecho de que se necesitaba invocar a algún demonio para que “ayude” con el hechizo, por lo tanto esto era una especie de ritual satánico. El fin de todo esto era que el difunto acatara alguna orden de la persona que hace el hechizo, por ejemplo, mandar a matar a alguien. ¿No es más fácil contratar a un sicario para eso?. 
Después de lavarme las manos y quitarme los restos de sangre, decidí salir del baño, no sabía muy bien que hacer, aunque a esta altura ya podía pasar cualquier cosa. Mi tía actuaba cada vez peor, le había cortado los dedos y con mi primo ya no podía contar y mucho menos confiar en él pero no tenía tiempo para lamentarme. Cuando salí del baño, todo el ambiente se hallaba en un inquietante silencio. Me acerqué despacio a la cocina y en la mesa estaba ella todavía sentada ahí, su mano derecha o lo que quedaba de ella, colgaba a un lado, la sangre había dejado de salir pero en el suelo había un pequeño charco, no sabía cómo carajo iba a limpiar a eso. Me puse detrás de ella y me quedé inmóvil un rato, sin saber que hacer, me parecía medio tonto pedirle disculpas porque era como hablar con una pared “perdón tía por cortarte los dedos, fue sin querer”, no, no iba a sonar bien, además de que parecía no escuchar nada. 
Lo que pasó después fue demasiado rápido y traumático, a veces trato de armar las imágenes en mi cabeza pero me cuesta, mi mente me lo impide. Lo que más recuerdo es mi tía levantándose de golpe como si de repente hubiese recobrado toda su energía, tenía un cuchillo en su otra mano, no llego a lastimarme porque a pesar de ser un inútil en muchas cosas tengo grandes reflejos. 
Esquivé varios intentos de acuchillarme, pero lo que más miedo me daba era ver cómo su rostro se había transformado por completo, no voy a entrar en detalles pero me hizo acordar un poco a la chica de El exorcista. Logré esconderme en mi habitación, cerré la puerta y puse un mueble para que no pudiera entrar. Encontré un cutter para defenderme, no iba a servir de mucho pero era mejor que nada. Pensé en llamar a la policía pero recordé que mi teléfono lo había dejado en el baño, de todas formas ¿que iba a decir?, “Hola, sí, mi tía muerta revivió, esta endemoniada y quiere matarme, necesito un patrullero por favor”. No era creíble. Me puse a pensar en todas las películas de terror que ví tratando de recordar como hacían los personajes para sobrevivir si es que salían a salvo. Ya no podía pensar mucho porque mi tía había logrado entrar en mi cuarto. Acá es cuando mi mente ya se bloquea con los recuerdos, se que me defendí como pude y al rato el cuerpo de mi tía se encontraba en el suelo, inmóvil, con los ojos abiertos, no se movía, no respiraba, estaba muerta. 
No recuerdo cuanto tiempo estuve sentado en la bañera dejando el agua correr, todavía no asimilaba del todo lo que estaba pasando, hasta me empecé a reír como un tarado porque mi vida es tan poco interesante y tan normal que de repente pasó a convertirse en algo super interesante, nada más divertido que matar a tu tía que revivió endemoniada para matarte sin razón alguna. 
Luego de secarme y ponerme otra vez la misma ropa, llamé a Gastón, lo llamé cinco o seis veces y no me atendió. Mi celular después de eso se quedó sin batería y no podía ir hasta mi cuarto a buscar el cargador, no me animaba. Así que decidí ir a visitarlo, a pesar de que eran casi la una de la madrugada. 
Llegué hasta la puerta de su casa y toqué el timbre varias veces, hasta que me atendió y le dije que era yo, a pesar de su voz de dormido y medio borracho, bajó a abrirme. Me abrió la puerta, estaba con un pantalón viejo y sucio, una remera en el mismo estado y despeinado. 
- ¿Que pasa? es re tarde-. 
-Sí, ya sé pero tenía que venir a hablar con vos y no me atendías el celular-. 
- No te atendí porque estaba durmiendo…¿y la tía?-. 
-Está en casa-. 
- ¿La dejaste sola?-. 
-¿Me vas a dejar pasar o no?-. 
Entramos en su departamento que estaba más desordenado que la última vez que fui. No sabía muy bien qué decirle, todavía estaba en shock por lo que había ocurrido hace un rato. 
- Ya se que me mentiste. No tuvo catalepsia la tía, ¿vos robaste el cuerpo?-. Su cara de repente estaba seria, hubo un silencio hasta que dijo 
-¿Cómo te diste cuenta de eso?¿Que hiciste con la tía?-. 
-¡Respondeme lo que te pregunté y deja de dar vueltas! ¿Que carajo hiciste?-. 
- No pensé que te ibas a dar cuenta tan fácilmente, a veces sos bastante lento. Es complicado de explicar, ¿escuchaste hablar alguna vez de la nigromancía? hice algo de eso-. 
-¿Para qué? No entiendo porqué te metes en esas boludeces, estas mal de la cabeza-. 
- Sí, estoy mal pero tenía mis razones para hacerlo. No se que hiciste con la tía pero a esta altura ya tendrías que estar muerto porque la reviví justamente para darle la orden de que te mate. Vos eras su favorito, escribió un testamento donde te iba a dejar su departamento, me parecía muy injusto porque yo también me molestaba en ir a visitarla y pasar tiempo con ella. Durante mucho tiempo ustedes dos fueron mi única familia, soy una paria para mis padres, para todos estos soretes que conforman esta familia. No te iba a matar yo directamente porque no quería ir preso así que aproveche la muerte de la tía, hice una especie de pacto con un demonio (del cual no puedo decir su nombre)  para completar el hechizo, y así fue cómo ocurrió todo-. 
Me quedé un rato en silencio tratando de procesar en mi mente todo lo que me acaba de decir Gastón, estaba completamente trastornado y yo nunca me di cuenta de la deficiente salud mental de este pibe. Sin embargo le creí porque horas atrás casi muero asesinado por un cadáver revivido. Mi primo se levantó de la silla y se fue a la heladera para agarrar una cerveza, me puse a pensar si realmente vale la pena que tipos como él vivan en este mundo, estaba mal de la cabeza, se puso celoso por un testamento de mierda y me mandó a asesinar la persona que considere toda mi vida como un hermano. Sin pensarlo demasiado, fui hasta la cocina, agarré un cuchillo para cortar carne y le clavé varios puñaladas en la espalda, no le di tiempo a reaccionar. Cayó al suelo junto con la lata de cerveza, el líquido se mezcló con la sangre en el suelo, le daba un toque surrealista. Al rato me di cuenta de la cagada que me había mandado, en un día maté dos personas, bueno, una sola técnicamente, la otra ya estaba muerta. No sabía si ponerme a reír, llorar o entregarme a la policía. La última opción hubiera sido la más correcta pero después pensé, cómo iba a hacer para explicar lo del ritual, el pacto con el diablo y todas esas boludeces. Así que se me ocurrió un plan que quizá no era lo mejor. 
Pasaron unos días después de todo el quilombo de la tía y mi primo, enterré ambos cuerpos en el patio de mi casa, por suerte nadie se dió cuenta. Nadie de la familia se preocupo demasiado por la desaparición del cadáver de mi tía y con respecto a mi primo, a sus papás les dije que se había ido de viaje y me creyeron, no se preocupaban demasiado por su hijo. 
Una noche me levanté para ir a la cocina a tomar agua, detrás mío pude sentir que alguien se acercaba lentamente. No pensé que iba a funcionar.