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miércoles, 25 de mayo de 2016

“El collar de oro”(*)


Melissa iba a dar su primer concierto de ópera en el Teatro Colón, llevaba meses practicando las canciones que iba a cantar, pasaba catorce horas cantando todos los días. Ella era admirada por su voz que sabía cómo erizar la piel de las personas y que además era tan cálida como el sol. Esa misma noche iba a cantar Carmen y O’solemio.
Ella había empezado a cantar cuando tenía siete años, fue a muchos profesores de canto y ninguno creía que ella tuviera la capacidad para llegar a ser una cantante de ópera porque su voz era fina y casi siempre se quedaba afónica por forzar demasiado sus cuerdas vocales, pero ese mismo día ella deseaba que sus profesores que tuvo cuando era una niña estuvieran allí para oírla cantar. Su madre para ese día le había regalado una cadena de oro que tenía una medalla del mismo material donde tenía grabado una nota musical.
-Melissa, este collar era de tu abuela. Ella también sabía cantar pero nunca llegó a ser una cantante de ópera como vos-. Le dijo su madre mientras le ponía el collar y este se veía tan brillante como la luz del sol.
-Gracias mamá-. Dijo la joven, mientras se arreglaba su peinado recogido en un elegante rodete con algunos de sus rizos sueltos. Se despidió de su madre y se dirigió al escenario donde la orquesta y la multitud la esperaban. Caminaba despacio sintiendo un pequeño nudo en el estómago y su vestido color marfil que le llegaba hasta los tobillos, se movía de manera elegante a su alrededor. Cuando llegó, empezaron a tocar los instrumentos y ella comenzó a cantar Carmen.
Las personas estaban maravilladas con la voz de Melissa, ella se sintió un poco aliviada porque sabía que estaba cantando bien y su nudo en el estómago comenzó a aflojarse. Pero entonces…

Las caras de las personas se volvieron pálidas, como si hubiesen visto un fantasma  y exclamaban con asombro lo que estaban viendo. Melissa seguía cantando ignorando aquello, pensando que tal vez se había equivocado en la letra de la canción o que tal vez lo estaba haciendo tan bien que la gente se sorprendía, pero en realidad su voz hacia que el escenario, los instrumentos, el suelo alfombrado, el techo abovedado y las butacas comenzaran a convertirse en oro...como el collar de su abuela. Melissa entonces se dio cuenta de lo que estaba pasando pero no quiso dejar de cantar quería ver que otras cosas podían convertirse en oro. Algunas personas aplaudían y otras no sabían si salir corriendo del lugar o levantarse y aplaudir. De repente los espectadores no podían mover sus pies del suelo y se dieron cuenta que ellos estaban transformándose en estatuas de oro. Melissa seguía cantando y cantando, y entonces la orquesta dejó de tocar. Cuando ella terminó la canción, se encontró en un teatro de oro, parada sobre un escenario de oro, con una orquesta hecha de aquel material y frente a unas estatuas doradas con sus rostros horrorizados y todo a su alrededor brillaba, como los rayos del sol, como el collar de su abuela. 

 

(*) Cuento viejo, escrito hace un par de años. Debo corregirlo. 

martes, 10 de mayo de 2016

"Cronos"

El tiempo es una maquina
aniquiladora de sueños.
No se que hago "ganando" minutos.
¿Por qué todos hablan de no perder tiempo?
Las agujas del reloj
arrastran y arrastran
pensamientos, oportunidades y esperanzas.
El reloj es una maquina que aplasta
toda la profundidad de las cosas.
¿Y que hago yo esperando
algo que va más allá del tiempo?
¿Qué son los días, las horas, las semanas?
¿Qué es el tiempo?
El tiempo no existe.
Otro invento humano, al igual que Dios.


viernes, 6 de mayo de 2016

"Espantapájaros" 


Estoy con mis pies atados
a la tierra y a la hierba
que crece con los días.
El viento acaricia
mis brazos inmóviles.
Mis ojos sin vida miran
un horizonte teñido de azul.

Mis ojos lloran lágrimas
que no se ven.

Me gustaría volar
hacia aquel horizonte infinito,
como el ave que se posa en mi brazo
y sale espantada.