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lunes, 19 de septiembre de 2016

“Canción del ángel”

He visto la luz morir
En un ocaso infernal.
Puedo sentir la luz de la luna,
Iluminando mis ojos.
¿Dios donde está la paz
Que guardaba en mi corazón?
¿Dios acaso te escondes
En aquella luz nocturna?
Los niños ya no juegan en el bosque,
Ellos se duermen al escuchar esta canción.
¿Dios donde está la paz
Que guardaba en mi corazón?
¿Dios acaso te escondes
En la melodía de esta canción?
Guíame luz de luna
Al interior del bosque.
Haz que duerma hasta
Que aparezca el alba.
¿Dios donde está la paz
Que guardaba en mi corazón?
¿Dios acaso te escondes

En mis sueños?   


martes, 13 de septiembre de 2016

Unos metros más, 
solo unos pasos más
para alejarme por completo 
de ese aire tan frío que alguna vez
apagó todas mis luces.
El cielo se descongela 
en una lluvia infinita
y veo una débil luz 
que proviene del sol.
La sangre debajo 
de mis uñas se secó,
las heridas desaparecieron 
mientras dormía.
La oruga está sufriendo la metamorfosis,
llena de esperanza se esconde
en la calidez de la oscuridad.
No te preocupes si mis ojos
se ven distintos, confundidos, iluminados.
No te preocupes si algún día encontras
la sangre seca de mis uñas 
o el débil recuerdo de una herida.
No hay nada de este lado
que se deba ver detenidamente.
Me alejo unos pasos,
de lo que nunca debió ser.
Me alejo del frío viento
que alguna vez apagó todas mis luces

y confundió mi alma. 

miércoles, 7 de septiembre de 2016

                                                          “Un rostro perfecto” 


-Por favor, dibuje mi rostro profesor-. La joven lo miró directo a los ojos y le habló de manera suplicante a su profesor de dibujo. Él no supo cómo reaccionar, solamente dijo -¿Para qué? ¿Por qué queres eso?-
Aquella estudiante hacía poco tiempo que había iniciado las clases en el taller de arte, ella siempre se empeñaba en realizar trabajos prefectos. Sin embargo, el profesor no veía pasión, sentimiento, ni una gota de desborde emocional en esas obras, lo único que observaba era perfección y una notable autoexigencia en las pinturas de la muchacha. Dibujaba las mejores rosas sin ningún pétalo marchito, las personas que dibujaba, presentaban rostros con trazos equilibrados y estructurados. No mostraba ni un desvío en sus líneas, ninguna connotación de emoción o sentimiento, era totalmente aburrido. Al mismo tiempo el carácter de la muchacha era arrogante, siempre sobresalía del resto del grupo por querer llamar la atención.

-Estoy enamorada de usted profesor y quiero saber cómo me ve a mí. Por favor dibújeme-. El profesor estaba sorprendido por semejante declaración, la cual no esperaba de alguien que parecía carecer de sensibilidad. A pesar de todo, era consciente de que su alumna contenía cierta hermosura que llamaba la atención. Sus rulos castaños caían como hojas de sauce sobre sus pequeños hombros, su piel daba la sensación de ser suave, como los pétalos de las rosas que dibujaba y su nariz era igual de pequeña que sus labios, pero sus ojos…esos ojos celestes y un poco grisáceos, eran perfectos al igual de inexpresivos. Mirarla era como descubrir un idioma desconocido, por eso cuando el profesor accedió a retratarla, dibujó en vez de rulos hojas de sauce, en sus mejillas pétalos de rosas y en lugar de ojos, pintó dos enormes agujeros negros infinitos que no expresaban nada y solamente mostraban la perfección de la insensibilidad, lo estático y lo aburrido.