Escenario onírico 4: Primavera

La lluvia no paraba de golpear el techo del lugar donde estaba. Los relámpagos iluminaban el cielo gris humo, como fuertes destellos de luz en medio de la oscuridad. No recuerdo exactamente donde estaba, parecía una casa pero dentro no había ningún mueble, ni indicio de que alguien haya habitado anteriormente en aquel lugar.

Mientras las gotas de lluvia se escurrían lentamente sobre la ventana, afuera en un pequeño jardín observé como la lluvia caía precipitadamente sobre un rosal con sus capullos, mientras el viento lo azotaba. Temí por el rosal, temí que se desprendiera de la tierra y murieran todos sus capullos.

Al cabo de un rato, la lluvia paró y el silencio invadió todo alrededor. El cielo lentamente comenzaba a despejarse, de a poco las nubes iban dejando paso a la luz del sol. Salí de mi refugio y me dirigí hacia el rosal. A pesar de la fuerte lluvia, se encontraba intacto, sus espinas relucían como agujas bajo el sol y sus raíces estaban bien sujetas a la húmeda tierra. Uno de los capullos comenzó a abrirse, dejando entrever a una pequeña rosa colorada, regalando un poco de color a un sueño demasiado gris.