visit counter for blogspot

jueves, 17 de marzo de 2016

“Pesadilla angelical”

Hay un sueño que tuve varias noches desde que comenzó marzo. Vi dos hermosos chicos, casi angelicales pero que en sus miradas escondían algo diabólico. Estaba ebria, estaba drogada, realmente no lo sé. Pero mi vestido blanco me hacía ver pura y mi rostro de niña me hacía parecer muy virginal. Estos dos hermosos jóvenes, en mi estado de total inconsciencia, me ataron a las vías de un tren con tal delicadeza como si me estuvieran acostando en una cama. No podía gritar pues tenía un pañuelo atado en mi boca. Uno de los chicos se encargó de atar mis brazos, el otro mis piernas. El que ataba mis brazos me miraba decidido a acabar con mi vida pero no podía dejar de notar cierta culpa en su mirada. Mientras que el otro joven me miraba con lástima y preocupación, como si realmente no quisiera matarme, pero de todas formas no dudó en atar mis piernas a las vías.  Ellos se levantaron y el sol iluminaba sus cabezas dándoles una imagen de ángeles caídos del mismísimo paraíso. Era imposible pensar que semejantes criaturas bellas  y celestiales iban acabar conmigo. Es imposible creer que la belleza se esconde también en los actos de maldad.
El tren se acercaba, el ruido del motor me hizo regresar a la realidad. Me di cuenta del peligro que corría, mi muerte estaba próxima a mí, podía sentir su aliento putrefacto en mi cara. Empecé a moverme con desesperación, quise gritar, todo fue en vano. Observé a aquellas dos criaturas, mis ojos suplicaban compasión pero tampoco sirvió. Ellos estaban sentados en la estación y contemplaban la situación. Sus miradas se volvieron frías, ya no parecían ángeles, eran demonios que no tenían ni la menor intención de apiadarse de mí. Ya no había tiempo, ya todo estaba perdido…

El sol comenzó a ocultarse, llorar ya no me servía de nada. Finalmente el tren pasó por encima mío, destrozando mi cuerpo en cientos de pedazos. En mi pesadilla vi una pequeña lluvia de sangre que cubrió los rostros de los dos jóvenes que me destruyeron. Y de mí ya no quedó nada, solo carne destrozada y mi alma que vaya a saber uno a donde fue a parar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario